jueves, 2 de octubre de 2008

“LA VUELTA A LA REALIDAD”


EL PROBLEMA DEL VALOR DEL CONOCIMIENTO

“Es el territorio de la verdad -un nombre atractivo- y está rodeado por un océano ancho y borrascoso, verdadera patria de la ilusión, donde algunas nieblas y algunos hielos que se deshacen prontamente producen la apariencia de nuevas tierras y engañan una y otra vez con vanas esperanzas al navegante ansioso de descubrimientos, llevándolo a aventuras que nunca es capaz de abandonar, pero que tampoco puede concluir jamás” (Kant 1993: 260).

“LA VUELTA A LA REALIDAD”

¿Qué es la verdad? ¿Cuándo puedo considerar que un conocimiento es verdadero? ¿La verdad parte de lo empírico? ¿Son las ciencias positivas mas “verdaderas” que la filosofía? ¿Si fuera así, que criterio se utiliza para identificarlas como tales? ¿Cómo saber si nuestras ideas corresponden con algo real? ¿Es posible vivir con convicciones que no hemos podido comprobar empíricamente?
Desde el principio la filosofía se ha preocupado por el problema de la verdad. Ya Aristóteles la definía como: “conformarse con la realidad, afirmarla como es”. Para Aristóteles lo sentidos no se equivocan, el error no esta en el conocimiento intuitivo, sino en lo abstracto. ¿Que diferencia hay entre un conocimiento intuitivo y uno abstracto? Pues bien, se llama intuitivo al tipo de conocimiento que es mediato, y que además versa sobre una realidad presente. Cuando pensamos en esa misma cosa, estando esta ausente, se dice que es abstracto. Como es evidente, ambos tipos de conocimiento no son iguales, la diferencia entre ellos es amplísima. Solo el conocimiento intuitivo puede asegurarnos que la cosa existe, el abstractivo no puede decirnos si la cosa realmente existe. Pero… ¿Será verdad que el intuitivo no posee ideas? ¿Las ideas solo existen para ser pensadas? ¿Las ideas no son capaces de conocer? Si estas preguntas fueran afirmativas, tanto el conocimiento como la realidad serian como dos rectas paralelas, nunca se interceptarían, estarían, de algún modo, desconectadas.
La filosofía moderna inaugurada con Descartes (el cual será tratado de un modo muy simplificado en este “ensayo”) Trato de evitar que la mente fingiera por su cuenta. Pero Descartes no busca la verdad, el se conforma con certezas. ¿Por que puede afirmarse que las certezas de Descartes no son verdaderas? Por lo siguiente: Una certeza es un estado mental, cuando afirmamos algo sin temor a equivocarnos y además es subjetiva. Descartes confundió verdad con certeza.
Aunque Descartes ejerciera mucha influencia sus ideas fueron confrontadas por los empiristas. Para los empiristas algo será real si refiere a lo sensible, es decir, a las impresiones. ¿Qué son las impresiones? ¿Nos dan a conocer la realidad? Pues no, una impresión, según el vocabulario básico, es una reacción subjetiva ante determinados estímulos. Por tanto, no serian las impresiones, precisamente, las que nos dieran a conocer lo real.
Al desecharse el conocimiento abstractivo, y luego hacer lo propio con el intuitivo, sin duda la filosofía se encontraba ante un gran problema, corría el riesgo de estancarse y caer en el escepticismo. Considero, en este punto, necesario mencionar a Kant, ya que fue este quien intento reconciliar ambas posturas y salvar a la filosofía, pero sobre todo, a la gnoseología, de esa situación tan embarazosa a la que había llegado.
Siendo un tanto “hegeliana”, podría decir que kant fue una síntesis--Tesis (racionalismo), antitesis (empirismo) = síntesis (idealismo kantiano)--Para kant, la mente no finge de un modo arbitrario (como lo suponían los empiristas), pues poseemos los esquemas mentales (intuiciones) que marcan todas nuestras experiencias. Para salvar a las ciencias (terriblemente dañadas por el escepticismo exagerado de Hume) propondrá la universalidad (aunque subjetiva) como base para el conocimiento científico. Pero para Kant, no conocemos más que fenómenos, “la cosa en si” seguirá siendo inalcanzable. De igual modo, la metafísica no seria posible, porque ella pretende conocer la realidad (la cosa en si) y esto, para kant, es imposible. ¿Es convincente la solución kantiana? ¿Será suficiente la fe racional? ¿Debemos renunciar a conocer la realidad, la cosa en si? ¿Cómo salvar la metafísica?
La pregunta de nuestro tiempo seria: ¿Cómo volver a la realidad? ¿Cómo encontrarnos con la verdad? ¿Cómo plantear el problema desde otra perspectiva?
Sin duda, nuestro siglo se caracteriza por la influencia cada vez más poderosa de la ciencia y de su método, es tanto el poder que ejerce sobre las sociedades modernas, que han sido consideradas como verdaderas. Pero ya la epistemología, nos ha mostrado sus limitaciones, pero aun el cientificismo se mantiene firme al aceptar que la ciencia es capaz de conocer la verdad última acerca de la realidad. Este no es un ensayo sobre epistemología, sin embargo, considero importante recordar algunos problemas epistemológicos del saber científico. El cientificismo es reduccionista (simplifica las cosas, pero a la vez las desvirtúa), también relativista y utilitarista. ¿Y sobre sus principios? Pues bien, recordemos el problema de la verificación y el de la falsacion (Propuesta por Popper, termino siendo igual de arbitraria que la primera, ¿Cómo falsear el principio de falsacion?). Las teorías y leyes cientificistas, consideran como verdadero lo útil. ¿Cuál es el verdadero trasfondo del utilitarismo? Pues la subjetividad, pues la verdad dependería de las situaciones, de las circunstancias. El utilitarismo se disfraza del dicho: “el fin justifica los medios” (Si hay algo que debe aplaudírsele a Kant, es el hecho de considerar al hombre como un fin en si mismo y no como un medio)
Al llegar a este punto nos preguntamos: ¿y la metafísica? ¿Dónde queda la filosofía, esa “ciencia” inútil, pero la mas digna de todas, como la definía Aristóteles? Es cierto que la filosofía no aplica los métodos ni los principios de las ciencias, por tanto, no es posible que se le considere como tal. Por consiguiente, tampoco es verificable, pues no trata de lo físico, sino, de lo que esta mas allá. ¿Pero eso significa que carezca de valor? La filosofía ha sido, durante los últimos tiempos, sujeto de constantes ataques, menosprecio y cruelmente subestimada. Todo esto a consecuencia del prejuicio cientificista. Tenemos que acabar con la idea errónea de la inferioridad con la que es tratada. ¿Es posible vivir de acuerdo a convicciones que han sido comprobadas por lo empírico? La filosofía nos demostrara que es posible llegar a conclusiones verdaderas y ciertas; y que el ejercicio de la razón puede ser una sabia fuente de conocimientos. Un filósofo ama la verdad, se deja guiar por ella (exactamente lo contrario que los subjetivistas y todo sus criterios utilitaristas y subjetivos).
Concluyo con la siguiente frase tomada del libro Iniciación filosófica de Emilio Faguet: “La verdad, mas que una conquista es un don. Así tenemos que acogerla: como un tesoro que se nos ofrece para que la vida adquiera sentido.”