martes, 27 de mayo de 2008

EL BESO DE LA MUERTE

Este cuento lo publico a petición de mi gran amiga Claudia. Ella me dice que el título le parece gótico ¿Usted que cree? Si tiene alguna sugerencia, opinión o crítica, o tal vez quiera proponer otro título, adelante. Como siempre lo escribo: Comente, se le agradecerá

EL BESO DE LA MUERTE
El despertar la trae de inmediato a la realidad, el mundo vuelve a materializarse por algún capricho de su desventura. Se encuentra en medio de una sucia calle, rodeada de basura y mugredad. Es incontenible el pavor que siente al observar su imagen bajo el reflejo de un espejo roto que halló muy cerca ¿Pero… quién es aquella joven de cabellera rizada y ojos almendrados? Pues sólo sombra, una sombra ambulante en el ciclón que ingenuamente llaman vida, carente de esencia y todo sentido favorable. En las calles nadie la ve, ella se pregunta el porqué, hace ruido, grita, desespera, pero todo es en vano, nadie advierte su presencia. Se levanta de manera brusca, casi torpe, y corre sin importarle hacia donde, quiere seguir, pero no puede, sus piernas flexionan y cae. Fija la mirada en el tibio amanecer, se deja llevar por una fuerza apacible que parece consumirla lentamente, suspira, sonríe y se va. II Un grupo de niños caminan diciendo bromas estúpidas, entendibles sólo para ellos, ríen y ríen con gran estrépito, sin dejar por supuesto de inhalar: pegamento, tolueno, solubles. El cuerpo de una mujer se estrella ante sus ojos, intentan acercarse, motivados por la curiosidad y retraídos por el miedo.
Un policía que avanza presuroso interrumpe la hazaña y los aleja. Estando a escasos metros del cadáver, no puedo ocultar el impacto que en él suscitaba la escena, siempre procuró mantenerse imperturbable en situaciones como esa, y lo hubo logrado, con gran maestría, pero ahora le resultaba imposible, lo embargada una angustia demencial, y un escalofrío comenzaba a petrificarlo. Poco antes que alguna inoportuna lágrima delatara su susceptibilidad, retrocedió y volvió el rostro hacia quién se acercaba.
Era doña Luzmila, viuda de Osorio, anciana respetable, de mirada suave y a la vez profunda, cabellera salpicada de otoño, voz perfumada de nostalgia y con los pasos haciendo eco en el camino. Al llegar, paró en seco, las compras que traía consigo resbalaron produciendo un ruido congelado. Lentamente aproximó sus manos al rostro de la joven y la acarició.
-¡Aléjese, por favor! –Gritó contrariado el policía- Luzmila le restó importancia y preguntó: ¿Cómo fue que pasó?-Fue muerte natural…-No-lo interrumpió- a esta niña la mataron, eso usted y yo lo sabemos…-¿Cómo? ¿Tiene argumentos sólidos, para aseverar algo así? ¿O acaso...Vio algo? -No necesito ver más de lo que ven mis ojos ahora -Para ser sincero, señora, no lo tome a mal, la policía no se basa en débiles deducciones para solucionar casos. Pasó por alto el comentario y siguió el despliegue de preguntas.-¿Investigarán de quién se trata?-De seguro lo harán, aunque le diré que esta mujer es una de las tantas que nacen y mueren sin que alguien se dé por enterado. O… mejor dicho, sólo existen cuando mueren, en el documento que se necesita para levantar el cuerpo, y en el peor de los casos, en la página de diarios sensacionalistas que explotan la muerte como si se tratara del gran acontecimiento del día. Una vez más lo ignoró, con la modesta sutileza de su edad y volvió a preguntar:-¿Qué harán con ella? –dijo, con voz trémula y visiblemente angustiada-¿Qué piensa que puede hacerse?- respondió exasperado por las constantes preguntas, pero por respeto a su edad y su propia condición, suprimió su mal humor y continuó.-La llevarán a la morgue, si los familiares no se presentan, será donada a cualquier universidad del estado, servirá de material didáctico a los estudiantes de medicina.-¡OH Dios, no pueden hacer eso! -No sólo pueden, ya lo hacen…IIIYa casi anochecía , Adolfo se vio obligado a suspender la lectura del diario para encender las luces. No pudo explicar que aún después de encendidas la sala continuara igual de oscura. Segundos después una mariposa negra atravesó la ventana y dio cuantiosas vueltas a su alrededor. Él odiaba a los insectos, y más aún a aquella mariposa horrible y atrevida. Estudió su vuelo, y luego, en efecto, logró atraparla. Al extender la mano para saborear su triunfo sobre el insecto, éste desapareció.-¡Estúpida alucinación!-exclamó, deseando que fuese cierto. Todavía ofuscado, reanudó la lectura. Cuando se disponía a cambiar de página, por accidente, arrojó el retrato de sus hijas, se inclino a recogerlo no sin antes observarlo. De pronto… se sintió invadido por unos inverosímiles pensamientos que empezaban a emerger. No concebía la idea que sus princesas (así era como las llamaba) habiendo nacido el mismo día, del mismo vientre y siendo anatómicamente idénticas, tuvieran personalidades en extremo divergentes.
Ana, dotada de contagiante dulzura, mágica belleza, y la habilidad extraordinaria para tratar con las personas del modo correcto en el momento indicado, capaz de leer los pensamientos con la naturalidad y dominio de quien lee un libro por segunda vez.
María, siempre callada, de extraña tristeza, que hacía aún más sombrío su aspecto fantasmal. Su mirada lúgubre helaba hasta al más insensible, sumiéndolo en un estupor inconsecuente. Vagaba por las calles y corredores, y eran sus pasos tan ligeros como imperceptibles. ¡Cuantas veces sucedió, que al gritar su nombre y luego girar, la encontraba en lugar que juraba antes no estuvo! Sacudió la cabeza bruscamente, pretendiendo arrancar aquellos pensamientos. Deslizó los dedos por la sección económica
-¡El dólar cae! ¡Genial!IVEspera ansiosa salir, el deseo de correr por entre claveles, hortensias, geranios y girasoles, absorber el aroma a tierra húmeda: mojada y embriagarse con la lluvia de verano, se hace a cada instante más sofocante ¿Por qué alborotarse por un simple fenómeno natural, perfectamente explicable, que lejos de traer felicidad, molesta, inunda calles y retarda el desplazamiento? pues bien, todos quienes la conocieron alguna vez se lo preguntaron, quizá Ana tampoco tuviera respuesta, jamás formuló pregunta, sólo sentía, sentía a plenitud, sin cuestionamientos o silogismos absurdos , y vivía como únicamente ella sabía hacerlo.
No espera más, corre hacia el jardín y baila como los dioses de mitologías extraviadas, interpreta en cada paso, el codificado lenguaje de la naturaleza que sin recato se descubre para ella. La lluvia va disipándose y finalmente cesa. Detiene sus movimientos para admirar el paisaje, mientras recita unos versos que le llegan desde muy dentro. Algo terrible está por suceder, oye pasos aproximándose, y el peso de una fuerte e intensa mirada, nunca antes conocida, la inmovilizan. Se acerca aún más, puede sentir su respiración agitada a míseros centímetros de su alma ¿Habrá modo de huir? sabe que no, pero lo intenta. La está examinado con sumo cuidado, esboza sonrisas perversas, lanza carcajadas que envenenan, irónicamente la besa y luego huye…Ana parece dormida. ¡Lástima! ¡Sólo parece! ha sucumbido al beso de la muerte.
V।Adolfo se encerró en sí mismo y perdió la llave. Pasó días, meses, años, en la habitación de Ana, contemplando cada objeto, cada insignificante detalle, como si fuese lo único que mantuviera vivo. Las horas se hacían inmensamente largas ,o quizá fuera el eterno segundo que ya conocía. ¿Por qué el mundo se esforzaba en animarlo? ¿No comprendían que el fin es cuando el ser acaba, cuando sólo queda remendar los pedazos de recuerdos esparcidos en la memoria y transformarlos en presente, con la alquimia que inspira la nostalgia? Aquel hermetismo fatal se prolongó desmesuradamente, y sólo terminó cuando todo terminó.
María irrumpió en la habitación y se dejo caer a los pies de su padre, con una mirada suplicante rogó sin cansancio que sonriera.¡El sentimiento de culpa, se hacía insostenible! ¡Hubiese deseado tanto morir en lugar de su hermana! en sus noches febriles evocó a la muerte, le escribió poemas desaforados, pidiéndole que devolviera a Ana y se la llevara a ella. Sólo consiguió una contestación en el espejo que decía: Su vida nada vale, usted está muerta en vida. Adolfo volvió los ojos hacia ella, pero no la vio como hija suya, ni como ser humano siquiera, vio en ella un fantasma, una copia tergiversada que venía a atormentarlo, a seguir ahondando en su suplicio. María se asustó al observar su rostro encendido. Los ojos que alguna vez la vieron con vacilante dulzura ahora la fulminaban con brillos de odio inhumano. Retrocedió, pero fue tarde, él se abalanzó, golpeó contra ella la pared y dijo:-No regresarás más. Así fue.VI
La tarde acababa y la tenue luz naranja del ocaso se filtraba por la ventana.-Es hora de descansar-dijo. Acomodó sus lentes gruesos sobre la repisa y recordó con alegría los mejores años que vivió.-Ya nada tengo que hacer aquí-dijo entre suspiros Era cierto, Luzmila lo tenía todo preparado, un hermoso vestido de seda color cielo, un chal esplendoroso que tejió, destejió que volvió a tejer y volvió destejer durante casi 20 años y un corazón empapado de recuerdos maravillosos. Sólo debía esperar que la muerte pasara por su calle, tocara la puerta y decidiera llevarla consigo. Había aprendido a manipular la vida con la misma destreza que manipulaba sus bordados, nada pudo con la fuerza de su espíritu, ni las interminables horas solitarias al lado de la ventana, ni el secreto miedo a la muerte que algunas personas ocultan. -¡Luzmila!-le habló la soledad desde un ángulo oscuro-te he visto tejer tanto, que ya perdí la cuenta. Jamás pensé que nuestra relación llegara a este punto. Tú, a diferencia de los demás mortales no huyes de mí, hasta pareces conforme. ¡Esto es inconcebible! va en contra de tu condición de ser humano. Es por eso que he decidido irme. No puedo tolerarlo. Cuando estuvo a exiguos metros de la puerta, acotó: Debes organizar un funeral aquí, en esta sala, pero recuerda sólo tienes 3 días. Luzmila la interrumpió, le pidió que esperara un poco ¡Tenían tanto de que conversar! Pero la soledad renuente a cualquier petición, se marchó, perturbada, molesta y confundida. Luzmila sabía de antemano, lo que debía hacer. A la mañana siguiente, se vistió de luto, vendió algunas joyas y tuvo dinero suficiente para el sepelio. Gracias a su peculiar ingenio logró convencer al juez y recuperó el cuerpo. Amortajó a María con el vestido de seda color cielo, la cubrió con el chal, colocó flores en su cabellera rizada y elevó centenares de oraciones. El entierro se realizó sin mayores inconvenientes, fueron muchos los asistentes; el cielo gris de la tarde, las nubes ruborizadas, el aroma de las flores recién cortadas, el sacerdote olvidado de un pueblo que jamás existió y los infaltables amigos imaginarios. De regreso a casa Luzmila no pudo ocultar la extraña tristeza que se manifestaba en ella, sentía como sí parte de ella muriera inexorablemente.
Escucha ligeros ruidos en la habitación contigua, sorprendida y algo curiosa, se acerca sigilosamente .Los ruidos fueron provocados por una niña de hermosos ojos almendrados y cabellera ligeramente ensortijada, que le sonríe tiernamente, luego corre en un afán lúdico. Luzmila le devuelve la sonrisa y va tras ella.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Mi muy querida amiga Isabel, recuerdo que a estas horas, el año pasado después de almorzar,solía leer el blog de Roncagliolo, como quien hace más amena la digestión jajaja. Pues leer tu cuentito me ha ocasionado un mejor efecto que mis experiencias en el blog de R.(si te contara...)/ Está muy bonito, de verdad, con razón a Pedro Leonel (sí que se vuelva famoso, porque se lo merece) le encantó. Me hiciste recordar una frase de Malraux:"La vida vale nada y la nada vale una vida", y un fragmento de un cuentecillo de Cortazitar que pertenece a Casa Tomada, dice así :" No se por qué tejía tanto, yo creo que las mujeres tejen cuando han encontrado en esa labor el gran pretexto para no hacer nada". ¿Será cierto? Hay otro texto en el que escribe lo mismo, pero en vez de tejer dice el equivalente de engendrar y criar, está en Rayuela. Ay, Dios, y esto me recuerda al feminismo diferencial y al de igualdad, de la tal Dunia Amparo de Santino Sawaya, jajaja, ay, Dios, Dunia nos está quitanto tiempo para leer novelas, pero, bueno, con piezas como tu cuentito yo me contento así a ratitos. Besos, amiga, y sé siempre como eres. Y ahora me voy a estudiar DUNIA, aunque la verdad esos temas son muy interesantes, en fin, gracias, Isabelita, gracias, Dunia Amparo, gracias, Julio, y que viva Renoir.