sábado, 31 de mayo de 2008

Y la pecera se rompió



Escrito por Isabel Y Claudia, luego de leer algunas separatas de Dunia Samamé.


(Para reflexionar)



Y aquel día, tú no podías mirarla a los ojos, tus manos titubeaban, las palabras se te entreveraban y no reflejaban más que una muy ingenua divagación। Ella---a quien conjeturabas tu paraíso desenfrenado de un mar inquebrantable, a quien contemplabas ,diariamente, desde un patíbulo que no es más que tu cuerpo de hombre---, leyó tus pensamientos y aceptó la invitación। Tú, sentiste que el Vesubio nacía y erupcionaba en ti, trataste de ocultarlo, pero fue inútil, mas a ella le encantó e imaginó una vida juntos, una en donde los cuadros de Picasso tomarían un orden por fuerzas motivadas por un Oscar Peterson que en sí estaba muerto en la memoria del que siempre quiso y no pudo, siquiera, decir gracias. Y un gracias hubiera sido tan maravilloso que te habría traído un saxo para que te pusieras a tocar mientras mamá reía/ Luego fuiste a casa atestadísimo de alegría, con una sonrisa que nunca pensé ver en ti, mucho menos en otoño, porque odiabas tanto las estaciones intermedias. Te alistaste, buscaste entre tus mejores camisas, es decir, entre las de los domingos de iglesia; lustraste aquel par de zapatos que papá solía calzar en las reuniones familiares; te afeitaste, incluso mamá te hizo la señal de la cruz. Tú, muy optimista y decidido, partiste al punto de encuentro: un restaurante de su universidad, ya que, horas más tarde, ambos tenían clases. Al llegar, la viste, te encandilaste al percibirla como el más especial angelito de Botticelli, como una concha marina que aflora hasta darte en la cabeza para que esta tome su verdadero lugar. Tus ojos te supieron fulgurantes y sonreíste como quien disimula el enrojecer de sus mejillas. Te acercaste a la mesa, creo que fue la número tres, la saludaste; sin embargo, por más que quisiste no pudiste separarte de ella, la apreciaste nerviosa y cuando estuviste apunto de besarla, desde las cuatro esquinas, desde aquellos 4 parlantes se desprendió un sonido aplastante que no eran más que vociferaciones que decían: "Que levante la mano quien no lloró por amor, que levante la mano quien no sufrió por amor..."./ Y así en momentos como estos, cruciales en la vida de todo adolescente, la cumbia reafirma su naturaleza omnipresente.¿Podemos hacer algo al respecto?¿Es que no existe un límite?... Escuchar las mismas canciones durante la mayor parte del tiempo puede llegar a generar verdaderos trastornos.Nosotras respetamos los diversos gustos musicales, pero estamos en contra de su ubicuidad, por llamarla así, innecesaria. ¿Acaso tendríamos que huir para poder escapar de ella? ¡Abran camino! Sí, pero para leer las 4879 separatas de Dunia Amparo Samamé. Al menos hemos escrito esto para distraernos, aún existen momentos de ocio, bastante breves, claro está.

Publicado por Claudia.

1 comentario:

Nadies dijo...

jaja esto es bueno...

Me hace acordar a cuando me mandan a leer un montón de separatas :o y hasta libros enteros.

También hay un largo momento de ocio en la cola del comedor :o